Monumental edificio de ladrillo de dos pisos y ático en galería. Su sobria fachada está rematada por un espectacular alero de madera muy ornamentado y atribuido a Esteban de Obray.
Todo el inmueble se articula en torno a un patio cuadrado organizado en dos alturas. Éstas se comunican mediante una colosal escalera. Y los murales que la decoran son, sin duda, lo más llamativo de este palacio. Pinturas
renacentistas del
siglo XVI totalmente restauradas y realizadas en un único tono, el gris. De ahí su nombre,
grisallas.
Excepcionales son su técnica y su temática, ya que en España son escasos los conjuntos mitológicos bien conservados.
¿Qué vemos? Doce figuras femeninas de la antigüedad clásica ofreciendo pautas morales a la dueña de la casa. Mujeres castas, guerreras y divinidades clásicas. Éstas últimas son Venus (belleza), Juno (riqueza), Palas (sabiduría), y Eris (discordia). Eris parece aludir a la supuesta elección que debió hacer el marqués de Magallón al casarse con su mujer. La desnudez de los cuerpos de las 4 diosas se cubrió siglos después, coincidiendo con los usos del palacio como colegio de los austeros Hermanos del Sagrado Corazón.
Otro hecho memorable de este monumento tudelano es que entre sus paredes acogió numerosas tertulias culturales. En ello fue determinante el papel de José María Magallón y Mencos,
marqués de San Adrián, a quién retrató
Goya en 1804 (obra expuesta en el
museo de Navarra). Apuesto galán y muy instruido, le gustaba cultivarse y compartir sus pensamientos con otros
dandys ilustrados.
Siglos de historia para un palacio que el ayuntamiento de
Tudela restauró en la década de los 90'. Desde entonces, es la sede de la
UNED y espacio destinado a diversos eventos culturales.