Los dólmenes de Artajona constituyen un singular ejemplo de la cultura megalítica en Navarra ya que, si bien son numerosos en la zona montañosa donde se caracterizan por su pequeño tamaño, estos dólmenes son
los más meridionales de Navarra. Se encuentran sobre una pequeña cumbre en la que en la Edad de Bronce existió un poblado, y sus grandes proporciones, presentan bastantes similitudes con los encontrados en La Rioja, Araba/Álava y Norte de la Meseta.
Se trata de dos
dólmenes del tipo "corredor" integrados por piedras de grandes dimensiones (megalitos) que fueron encontrados y excavados en los años 50. Tienen una losa de separación y doble cámara, y están situados sobre túmulos de 20 metros de diámetro por 2,5 metros de altura.
En concreto,
"El Portillo de Enériz" es un megalito en el que se pueden distinguir dos partes:
la cámara mortuoria, lugar donde enterraban a los muertos, que consta de 9 grandes losas colocadas en posición vertical;
y el corredor, que se compone de 6 losas más pequeñas. El dolmen de
la "Mina de Farangortea" tiene la misma estructura pero es de menores dimensiones, y en la parte posterior la losa del centro está perforada para permitir el acceso.
Ninguno de los dos tenía cubierta y solían taparlos con ramas y tierra. En torno a estos dólmenes se encontraron cuentas de collar, puntas de flecha, punzones de cobre, botones, cerámica y hachas, piezas que están expuestas en el
Museo de Navarra.
Un poco más al norte, en un alto de difícil acceso conocido como Gazteluzar se encuentran los restos de un
yacimiento de la Edad del Hierro llamado El Dorre que, al parecer fue construido por una avanzada población indoeuropea que vivía en casas de aparejo.