Construida en el siglo XII como ermita del desaparecido poblado medieval de Ciriza, estuvo muy relacionada con el
monasterio de Iratxe, hasta tal punto que podemos ver repeticiones en ambos monumentos.
De planta rectangular, cabecera semicircular y buena sillería medieval casi en su totalidad, descubrimos una iglesia coronada con espadaña de un solo ojo
-probablemente añadida al templo original- cuyos muros exteriores apoyan en contrafuertes rectangulares. El templo se abre en una ventana central en el ábside, en los vanos dejados por los sillares en forma de "T" que dan la sensación óptica de que los canecillos asoman por ellos y en la portada, de hacia 1200, apuntada, sobria, cisterciense y muy sencilla que contrasta con la
riqueza escultórica de cornisa y alero.
Merece la pena entretenerse un buen rato buscando al dragón alado, la cabeza de toro, el rinoceronte, el camello, los grifos enfrentados
-mitad león, mitad águila-, las arpías voladoras, la mujer en cuclillas en actitud exhibicionista, la madre con el niño en brazos, los dos caballeros armados que combaten acompañados de tres mujeres, una de ellas en medio implorante con las manos juntas, o al controvertido
Sanso. Un busto masculino con una piedra con una leyenda poco clara que se relaciona con el escultor o el benefactor de la obra, aunque también hay quien dice que es el mismísimo Sansón. Lo que es indiscutible es que, con su gesto, nos invita a fijarnos bien. Quién sabe, quizás si le hacemos caso, hallaremos detalles ocultos entre tanta
simbología románica.
El interior, aunque austero, conserva notables tesoros: una pila bautismal medieval, un coro superior del siglo XVI cimentado sobre columnas toscanas y restos de
policromía del siglo XVI en los muros del ábside. Los trazados rojizos nos permiten identificar una calavera, un barco, una torre y una orante con los brazos en cruz, quizás
Santa Catalina. De hecho, estos dibujos se relacionan con creencias populares sobre
la santa y el solsticio de verano: un huevo en el agua adoptará la forma de un navío, un castillo, la rueda de pinchos con la que intentaron torturarla y que se rompió al tocar su cuerpo, etcétera. En Tierra Estella son muchos los retablos en los que se representa a la beata.
Aunque Santa Catalina, una obra
romanista del siglo XVI, es la imagen titular de esta iglesia, hoy se conserva en la parroquia de Azcona.