El verdadero encanto de esta joya del patrimonio monumental navarro reside en su
rica y cuidada escultura. En ésta, son perceptibles las manos de diversos artífices. Así, la decoración del tímpano y de los capiteles de la portada es más compleja y muestra una composición de motivos vegetales, animales y seres humanos.
En lo que respecta a
los canecillos del alero, a pesar del tamaño de las cabezas de grandes ojos saltones y pómulos salientes, la fuerza y belleza con que están trabajadas las figuras son innegables. En ellos descubrimos un mundo vivaracho de personajes tallados con mayor tosquedad y con claro valor moralizante.
El sonido de la cítara (lira con caja con resonancia) y del rabel parece resonar en el tiempo mientras la bailarina con sus manos en la cintura se dispone a seguir los acordes con su cuerpo. Una escena llena de magia que sin embargo pretendía condenar la lujuria y los placeres mundanos en los que se refugiaba la sociedad medieval rural.
Otro de los réprobos comportamientos de aquella época debió ser el adulterio como podemos ver en otra de las imágenes. Una parturienta desnuda se retuerce de dolor mientras da a luz a un recién nacido que porta un puñal, elemento de gran originalidad. La toga que porta la mujer nos indica que está casada a diferencia de las mancebas que suelen representarse con el pelo suelto.
La antítesis de estos y otros vicios se simboliza mediante el caballero cristiano esculpido en el último canecillo y que representa todas las virtudes que deben acompañar a los buenos hombres y mujeres.
Entre las
ménsulas surgen las metopas con grabados sobre el juicio final, el descenso a los infiernos o la lucha entre hermanos, entre otras. El tamaño de los personajes se adapta según el protagonismo e importancia que tengan en la escena.
Además de todo esto, destacan sobremanera los dos leones enfrentados de
las enjutas, que representan la dualidad del bien y el mal. Mientras el de la izquierda devora a los hombres, el de la derecha los protege entre sus garras.
En conjunto, esta iglesia es
una obra fascinante y sorprendente que los amantes del románico no pueden dejar de visitar. Además, el
centro de interpretación del románico, habilitado en la antigua escuela se encarga de revelar los secretos escondidos de esta construcción.