El embalse de Yesa, alimentado por el río Aragón y el Esca, entró en funcionamiento en 1960, tiene 10 kilómetros de longitud, anchuras que oscilan entre 1 y 2,5 km, y almacena un total de 470 km3 de agua.
Aunque no existen
senderos señalizados, es un buen lugar para pasear por las orillas y alrededores del pantano, manteniendo siempre como referencia el agua embalsada. Si tienes tiempo, puedes bordearlo por el norte hasta su cola, bajo el formidable farallón calizo de la
sierra de Leire; y si te adentras en la mancha verde, en días tranquilos podrá escuchar el canto de mirlos y petirrojos, o el sonido huidizo de gatos monteses, liebres, zorros, lirones, comadrejas y ginetas.
La presa, situada aguas arriba, cerca del casco urbano de Yesa, tiene 400 metros de longitud y 75 metros de altura.
En Yesa puedes visitar los restos del
puente de los Roncaleses sobre el río Aragón, que fue construido a finales del siglo XI. Mide setenta metros de largo y dos y medio de ancho, y todavía conserva tres de sus cinco arcos romanos originales. Su nombre se debe a la creencia de que aquí tuvo lugar, en los comienzos de la Reconquista, una decisiva batalla contra las tropas árabes, en la que tomaron parte activa los vecinos del Roncal. Esta contienda quedó reflejada en el escudo de armas de su valle.
En las proximidades del embalse puedes visitar
Sangüesa, ciudad monumental atravesada por el
Camino de Santiago o el
Castillo de Javier, lugar en el que nació el patrón de Navarra, San Francisco Javier. Si te seduce la idea de escuchar cantos gregorianos en una construcción medieval encaramada en lo alto de la montaña, no dudes en acercarte al
Monasterio de Leire. Además, desde allí, obtendrás una magnífica panorámica del Embalse de Yesa.