Hoy,
Ujué es un pequeño pueblo medieval de calles estrechas y empedradas donde se arraciman casas con portalones medievales y fachadas blasonadas y mansiones góticas. No obstante, en el pasado, Ujué fue el principal bastión del reino de Pamplona frente a los dominios musulmanes de las riberas del Ebro. Esta iglesia, con imponente aspecto de fortaleza, es el resultado de aquellas guerras y alianzas.
El edificio actual es corolario de varias etapas de fábrica. Se fue erigiendo por orden y con aportaciones de diferentes reyes. Se inició como un templo románico de triple cabecera (siglos XI y XII). En el
siglo XIV, Carlos II, quien profesaba una gran devoción a la Virgen de Ujué, decidió reformar el santuario. Se demolieron las tres naves románicas, quedando en pie sólo la cabecera y el primer tramo y en su lugar, se alzó una única nave gótica. A este rey se debe, también, el
lujoso paso de ronda abovedado con su mirador, la residencia real y el gran hospital. Igualmente, quiso dotar a la localidad de una universidad o Estudio General.
Carlos II amó tanto a la Virgen de Ujué que, a su muerte, su cadáver fue embalsamado y sepultado en la catedral de Pamplona, pero su corazón fue extraído y descansa en una arqueta junto a su adorada Virgen. Se trata de una talla del siglo XII, de madera de aliso, forrada en plata, de exquisita belleza y preconizada como
una de las imágenes románicas más antiguas de Navarra. Lo más llamativo de esta escultura de 1 metro es su pulcro rostro de geometrizados rasgos. Sus grandes ojos almendrados y su pequeña boca de finos labios le confieren una expresión dulce y risueña.
Otra de las joyas de la iglesia de Santa María es la
Portada Sur, del siglo XIV. Una de las mejores obras del gótico navarro. Presenta un esquema apuntado y abocinado de 10 arquivoltas que se elevan formando un arco. En los capiteles destaca la decoración relativa a la vendimia (mujeres recolectando uvas, un pájaro picoteando una vid...). En el tímpano figuran dos escenas: la Santa Cena y la Epifanía. Se dice que el personaje arrodillado junto a la Virgen podría ser Carlos II, que quiso inmortalizarse como patrocinador de las obras. Una escena muy efectista a causa del tamaño de sus figuras y la encantadora composición.
Conviértase en vigía por un rato y deambule por el paso de ronda, desde donde divisará la localidad de
Olite, con la que Ujué tuvo una estrecha relación durante los siglos XIV y XV.