Esta tradición que se
remonta a tiempos bíblicos se basa en arrastrar todo tipo de cacerolas, sartenes viejas, latas y demás cacharros por las calles de
Lumbier metiendo el mayor ruido posible. El fin: ayudar a los Reyes Magos a encontrar el camino hasta el pueblo y a su vez ahuyentar a los malos espíritus de la villa. La cita para los más pequeños es a media mañana, pero llegada la noche les toman el relevo las jóvenes cuadrillas que arrastran sus calderos principalmente por la calle Mayor.